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Arquitectura histórica, bienes de interés cultural. ¿Uso o museo?
Por Miguel M. Delicado Publicado en Arte en 13/03/2012
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Santa Sofía en Estambul

Yo creo que hay que diferenciar distintos tipos de construcciones y de elementos u obras a observar. Quiero decir que no es igual el ejemplo de Constantinopla (Catedral de Santa Sofía), que debe sentirse uno (yo no he estado) un poco desplazado de la esencia de la edificación, que el de un palacete en donde uno ya se da cuenta que no vive la nobleza en él. En Versalles no encontré nada anormal (a no ser la falta de agua en las fuentes) que me hiciera sentir desplazado tempo-culturalmente. Es evidente que no podía esperar ver a los reyes vagando en sus carrozas etc., pero me parece acertado que ese patrimonio quede como museo para el disfrute de cada mortal.

En otros casos que he visitado, la esencia cultural se trastorna dado que igual que “sientes“ cuando estás viendo el baldaquino de Bernini dentro de San Pedro, quizás porque sabes que sigue siendo una edificación que sigue manteniendo el rito para la que estuvo diseñada y el silencio sobrecogido, en el caso del Palacio Real en Madrid, por ejemplo, ahí no “sientes“ porque el edificio ha perdido su cometido de residencia, y sabes que circulas por un complejo enfocado por y para el visitante. Evidentemente eso le quita ese sentimiento del que hablo.

No es lo mismo una visita guiada por Pompeya cuando el guía te va contando todos los detalles (como el de que el desgaste de la piedra en la fuente es por los cientos de años apoyando las manos para beber [impresionante]), o que las tuberías de plomo los envenenaban sin saberlo, que pasear por Pompeya “a tu aire“, no te enterarías de nada y algo parecido ocurre con el resto de edificios y lugares históricos, la relación temporal y funcional es importantísima, creo yo.

En mi ciudad (Alicante), el castillo de Santa Bárbara es un ejemplo de lo que citas. Lo han querido convertir en un museo donde hay diversas salas de exposición cultural de pintura, escultura, etc. (sin ninguna relación con su construcción, temporalidad ni funcionalidad). No te imaginas qué decepción para los que estuvimos cuando éramos pequeños y nos contaban que por tal galería se accedía desde arriba del castillo hasta la playa, que detrás de esa reja y habitación oscura estaban los presos y las cámaras de tortura etc. Eso sí era una lección cultural adentrada en la “realidad“ de lo que uno pisaba y veía (quizás exagerada, vale lo admito) pero¡ES QUE ES UN CASTILLO! Cuando Amilcar Barca (os acordáis) lo mandó construir no pensaba en una funcionalidad “museística”, seguro que le iban y venían los romanos.

Cualquier intento de separar esa funcionalidad entiendo que desvirtúa la sensación que se transmite, por eso en algunos casos sería más conveniente dotar de una ambientación más acorde a lo que se visita, aunque ya haya perdido esa funcionalidad (el ejemplo de Versalles no estaría mal si rondasen por allí algunas carrozas y figurantes).

En los casos en que esa función original constructiva sigue existiendo, el sentimiento del que hablo no necesita presentación. Está presente.

Casa Batlló

Yo creo que una causa justificada en cuanto a patrimonio partticular de interés público sería la morada. Es claro que el derecho de intimidad personal y familiar prevalecería en cualquier caso sobre el disfrute colectivo de un bien histórico. Si esa morada tiene una configuración tal que solo permite la habitabilidad en sus zonas de interés, y los moradores no disponen de otros recursos de vivienda, estaríamos en un caso posible de aislamiento de un BIC por motivos de prevalencia personal.

Quiero dejar claro que no estamos hablando de personas que tienen patrimonios impresionantes, sino de casos que existen en los cuales por herencias se ha dejado un determinado bien, que por motivos económicos o de cualquier otra índole no es factible su otorgamiento a los fines antes descritos. El caso de una familia que por herencia recibe una mansión de interés histórico y que por motivos del destino no han tenido una equiparación económica superior al mero mantenimiento de la misma sería un ejemplo (y hay más de un caso de este estilo [propiedades de mucho valor y escasos recursos económicos]).

Yo creo que ponernos en el lugar del otro (empatía) nos facilitará mucho entender algunos casos de estos. En los que la fortuna se acompaña de grandes propiedades y morada en lugar distinto al de interés cultural sería un claro ejemplo para que se obligara a su apertura pública.

Creo que la sensación del visitante es precisamente lo que da ese “plus“ que se sobrepone al estado de conservación, a la restauración o a la imaginación. La sensación en el ejemplo de un recinto religioso es lo que aporta humanamente a cada uno su visión (relativista si queréis) acerca de la obra y de lo que en ella se devenía.

Precisamente por la cuestión interna personal es por donde aflora la grandeza de la obra que vemos. Si además de verla podemos sentirla la cosa cambia. Yo ponía el ejemplo que da estar frente al Baldaquino de Bernini en San Pedro, el silencio y la imaginación de la solemnidad que se da en un recinto así, pero lo mismo podría ocurrir entrando en unas catacumbas o en el la sala de lanzamiento de cohetes de Cabo Cañaveral (ya abandonada dentro de unos quinientos años por ejemplo). Lo que percibiría el visitante sería ese sentimiento de lo que allí ocurría, de lo que se vivía en esa arquitectura.

Pues eso, sentir la obra imaginando su entorno y vivencia real pasada.
La simple visita o visualización de un lugar histórico o cultural no te aporta mucho si no tienes referencias artísticas. Este caso me pasó en Pisa, ver aquel conjunto impresiona, pero… me faltaba algo más. Saber artísticamente sobre ello.

Otra cuestión importantísima es la autofinanciación. Deberían autofinanciarse y así se evitaría el mantenimiento a costa política, que ya sabemos que no es lo más deseable, y el sostenimiento y mejora por las entradas. Hay casos en que la afluencia de visitantes no es suficiente, pero en otros muchos sí lo es, y bien se cobra una tasa demasiado elevada o se destina el dinero externamente a la obra. En visitas turísticas, pagar casi sesenta euros por ver una catedral cuatro personas están justificados si sabes lo que vas a ver, pero muchas veces no es así. Habéis visto cualquier catedral de España, pues la de Florencia en comparación, por dentro decepciona (grandísima e igualmente vacía). Por fuera no tiene nombre, es impresionante. Es un ejemplo.

En todo caso coincidiremos en el factor uso/museo, es decir que se debe facilitar el acceso a la cultura, pero intentando no romper los esquemas de estructura culturales de cada edificio. Lo ideal sería que cada uno mantuviese su tradición al uso, y al mismo tiempo pudiese ser visitado sin interferir en ese uso.

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