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¿Se puede aprender a ser artista? ¿Y a ser un genio? Comentarios
Por Miguel M. Delicado Publicado en Arte en 13/04/2013
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Saludos a todos.
La verdad es que se han tocado muchos matices, que contestan casi con un consenso general a la pregunta básica de la necesidad o no de academias formativas artísticas.

Yo creo que la formación se daba previamente por el aprendizaje “junto a“, o lo que toda la vida ha sido el contrato de aprendiz, lo que significa que nadie nacía enseñado, pero la genialidad era intrínseca al artista. Puedo poner el ejemplo de que hace pocos años, la persona más inteligente del mundo (una mujer), con un coeficiente que quitaba el hipo (creo recordar que sobre 220), trabajaba en una empresa atendiendo el teléfono. Su falta de creatividad imaginativa le impedía desarrollar esa genialidad que está reservada a unos pocos. Si sirve este ejemplo, nos dará una repuesta que está muy acorde a lo que todos planteabais, cada uno con su matiz, y con lo que estoy muy de acuerdo, el genio nace pero la formación se hace.

La racionalización de la que nos habla Myriam es un factor peligroso cuando hablamos de arte. Estamos tocando el lado derecho del cerebro y la parte creativa, imaginativa y sensual, deviene necesariamente dejar un poco de lado el racionalismo, lo prudente, lo ecuánime y lo normal, para dejar paso a la locura, el sentimentalismo, lo absurdo, lo irreal… a la creación más esencial. La genialidad demostrada de Miguel Ángel, Borromini, Bernini, etc., no son más que manifestaciones de su interior creativo, no únicamente de su conocimiento técnico. Como bien apuntabais varios de vosotros, uno y otro factor (creatividad y conocimiento) no son incompatibles, sino necesarios tal y como comentaban Ana Olalde o Ana Magán.

¿Os habéis preguntado si seríais capaces de pintar algunos cuadros mejor que algunos bisontes de Altamira? Yo sí, y estoy segurísimo que lo haría mucho peor, soy un auténtico negado para la pintura (y más cosas, claro). Entonces, estamos hablando de que sin formación (yo he tenido la básica como cualquiera) es posible crear sin se tiene ese “don“. Los artistas del paleolítico lo tenían, a su manera y en su tiempo.

José Manuel dice “El punto de vista de Elías me parece muy interesante, pero antes que genio se es artista, entiendo la genialidad no como una perfección del artista, sino como una diferenciación“. Yo tengo que decir que me parece una definición muy acertada y que encaja perfectamente con nuestro debate, pues él nos aporta algo esencial, que la diferenciación del genio no lo es por su perfección artística, sino por su genialidad. La perfección se puede alcanzar con mucha técnica y años, la genialidad no. Se tiene o no se tiene.
El posible error del sistema academicista del siglo XVII pudiera haber sido su propia “técnica“, quiero decir que un excesivo racionalismo sobre el Arte ocasionará indefectiblemente una gran perfección técnica y una sombra a modo de tapiz que ocultará la genialidad subyacente. Yo les digo a mis compañeros; “Os fijáis tanto en la bombilla, que no veis la luz“.

Hola Daniel.
Me parece un apunte interesante para contrastar lo que refieres como «Es decir, en los primeros tiempos del cine no hubo academias de cine, pero se «hicieron» directores a partir de la práctica y de la observación».
Efectivamente es posible la perfección técnica con el conocimiento académico, e incluso la formación simple y básica de la profesión artística elegida. Aquí la cuestión sería si esa formación (que ya creo que todos hemos consensuado como un aditivo a la genialidad) es capaz de generar «per se» la genialidad. Mi opinión es que no. Argumentos ya se han dado por varios de nosotros, pero quizás lo más notable es que los términos «perfección» y «genialidad» no son compatibles, me explicaré: si esa perfección técnica era apoyada por el enfoque académico de la época que tratamos, dirigido a la racionalización mediante la observación y la aplicación matemática o cualquier otra rama relacionada, se conseguiría eso simplemente, una gran obra de unas condiciones técnicas magníficas. Sin embargo, la misma visualización de obras más antiguas como ejemplo racional de aprendizaje, bajo el prisma de un genio (léase Bernini) originaba «una gran obra de unas condiciones técnicas magníficas» y especial, genial, extraordinaria, sublime, innovadora…
Esto que describo es el punto de inflexión donde se enmarca la diferenciación del genio de los demás (y en los demás podemos poner cualquier artista magnífico técnicamente).
La llamada «maestría» sería una cualidad de la perfección, la genialidad sería la maestría en la innovación y en lo extraordinario (fuera de lo normal [entraría la perfección técnica]) . Dicho de otra forma; la perfección se enseñaría por un maestro, la genialidad no se podría enseñar.
Bueno, es otro punto de vista que coincide con lo que estamos aportando.

Hola Ana.
Bueno, planteas algo importante; que te desdices sobre algo que no creo que esté tan claro como para afirmarlo o negarlo. El hecho de que el aprendizaje técnico pueda ser como expone Myriam: «Sin embargo, a los artistas academicistas y neoclásicos, formados en estas academias, se les acusará de poca imaginación y escasa creatividad, considerándose un periodo pobre en cuanto a la creación artística» un factor que pudiera haber causado falta de creatividad, yo pienso que tiene sus condicionantes y apuntalamientos suficientes como para que esa duda que te ha hecho modificar criterios los tenga tanto a favor como en contra (léase post anterior a Daniel).

Bernini. Autorretrato

El punto academicista tiene la contrapartida técnica, la puntualización, el acotamiento, la falta de apertura imaginativa, la centralización focal de la mente, etcétera.

El punto genial se vale del academicista y su conocimiento técnico (si existe) para lograr la apertura, la libertad imaginativa, la visión de conjunto, de la idea, de la luz, de la esencia artística en suma.

El ejemplo que ponía en un anterior post sobre mis compañeros de trabajo te aseguro que tiene todos los condicionantes «lumínicos», y estoy hablando literalmente del análisis de una bombilla, que técnicamente impedía ver la verdad que se buscaba, la luz.

El analizar con todo lujo de detalles técnicos algo, te impide «alejarte» del mundo y ver lo que necesitas ver. Las clases de «Brainstorming» nacieron por ese problema, los resultados que dieron fueron muy provechosos. Los niños son los primeros que nos enseñan a pensar con imaginación, de hecho uno de ellos consiguió atar dos cuerdas colgantes de un techo y separadas lo suficiente para que fuera imposible atarlas sin más, simplemente las descolgó y las ató. Es un ejemplo muy conocido, pero no por ello deja de ser válido para lo que queremos tratar. Se trata de dejar paso a la verdad artística sin colapsarla u opacarla de tal forma que se oculte la genialidad.

La profusión de datos al cerebro no es una ayuda siempre, yo tengo muchos más datos en mi cerebro que el Neardental de la cueva de Altamira y como me ponga a pintar el bisonte, seguro que me sale una especie de cabra mal hecha (si es que alguien llega a ver algo parecido a una cabra o un gato «espeluchao»).

No es fácil decir si la ayuda académica propició o negó la genialidad, yo creo que en todo caso ayudó al genio y perfeccionó al artista.
Un saludo cordial.
Miguel.

PD: como nos han puesto la posibilidad de «Agregar fichero adjunto» estoy pensándome pintar el bisonte… a ver qué sale 🙂

Hola Elías.
Bueno, yo creo que aquí lo que pretender referir la rectora es que un artista se puede «hacer», y yo con eso estoy totalmente de acuerdo. Otra cosa es la existencia de genialidad en un artista, que como vengo defendiendo en mi postura (soy bastante ecléctico, no soy muy radical), no precisa de ese «hacer» académico para demostrar su genialidad, porque tal y como comenta Valeria con Gauguin, un verdadero genio es capaz de transmitir sin técnica aprendida cosas que otros con mucha técnica no consiguen.
En esto creo que radica la esencia de este debate, en si podemos diferenciar el academicismo de la genialidad, y si el uno sin el otro son posibles, en mi modesta opinión sí son diferenciables y sí son independientes.
Respecto a lo de los profesorAs de Arte, en nuestro caso no se cumple, la excelencia explicativa no está asociada a la tiranía y creo poder hablar en nombre de la mayoría (ahora a ver quien se atreve a rebatir esto aquí) 🙂
Pero retornando a tu pregunta, Elías, yo le diría a esa directora que tiene toda la razón, el artista sí nace y además se puede «hacer», el genio nace exclusivamente.

Hola Ana.
¿En qué academia se formó Sócrates? La de la calle me dirás… Bueno, también podemos considerarlo un lugar de aprendizaje de la propia vida y de la filosofía en general, pero si no hubiera sido un genio, ¿no crees que se hubiera quedado en un sofista? Tuvo como maestro a Arquelao, que le introdujo en el conocimiento, pero en modo alguno la genialidad socrática se funde en los hornos de Arquelao, pues precisamente su famosa frase «solo sé que no se nada» y por tanto es más sabio que el que no sabe eso mismo, demuestra una genialidad innata, un «yo» especial del que tú misma refieres como ejemplos a los estudiantes de una academia… «A aquellos les falta el capital, a estos… el alma».
Estoy totalmente de acuerdo contigo, la academia aporta pero no da la emoción, el alma necesaria para que la genialidad se transmita hacia los demás.
Con el ejemplo que cito y que ocurre en mi trabajo, «ven la bombilla» la mayoría y «la luz» muy pocos o alguno cuando se investiga algo especialmente complejo, unos se quedan es la complejidad, los menos se «aislan» y son capaces de ver esa luz, la verdad, la «Arkhé».

Hola Lucía.
Cito textual: «Por eso también yo, aunque me considero muy ignorante en la materia, aprecio más muchos movimientos y artistas que otros».
Precisamente esta frase tuya es la que «pone el dedo en la llaga», tu ignorancia (y perdona [lo dices tú, no yo]) no te impide apreciar o ver cosas que otros con más formación no ven. En esto creo que ahonda la genialidad, en que no se tiene por estudio, sino porque se tiene.
¿Cuántas personas llevan estudiando astrofísica en el mundo desde que Einstein formuló su teoría (No entro a valorar su incoherencia con la relatividad especial)? Pues muchísimos, además con formulaciones interesantísimas y muy importantes, pero… Efectivamente, nadie ha tenido la genialidad de conseguir aún desbancar su teoría de la relatividad, porque no han llegado a «su» genialidad, por muchos estudios más que tuvieran respecto a Einstein y con décadas de ampliación del conocimiento físico que él no ha conocido.
Un saludo.
Miguel.

PD: lo de «continuaré» me ha hecho imaginarte con una escopeta al hombro y gafas de sol oscuras, a ver si vuelves menos agresiva 🙂
Saludos de nuevo.

Para finalizar mis aportaciones a este interesantísimo foro, quiero decir que todos estamos prácticamente de acuerdo en que una formación artística nunca puede ser mala ni impedir el desarrollo de un genio, en todo caso lo potencia, nunca lo esconderá.

William Adolphe Bouguereau

Este apunte de Myriam viene a reforzar que el trabajo inagotable y sobre todo, el inconformismo, cierran unos atributos que definen la genialidad como una cualidad intrínseca, que se fomenta y perfecciona con la técnica aprendida y se desarrolla con ese inconformismo con lo ya aprendido. Viene a ser como una especie de «descubrimiento» por el cual el genio «ve» que hay más aún donde ahondar y demostrar al resto que se puede plasmar artísticamente de una manera mejor, más pura, con más esencia.

Por lo que vemos, casi todos estamos de acuerdo en que la genialidad no se hace a base de formación, sino que es innata. A partir de esa genialidad, una formación académica aporta perfección a la obra, aprendizaje sobre lo posible y desarrolla al genio para buscar nuevos caminos donde experimentar otros modos, otras formas de expresión que hasta su llegada histórica, nadie ha conseguido plasmar. Es a partir de ese punto donde nace la perspectiva aérea, el «non finito», el «schiachiato» o cualquier otra técnica innovadora para su época y que devendrá un cambio, un punto de inflexión a partir del cual el Arte cambia y se transforma. Eso lo consiguen los genios, no los artistas sin más.

No siento no contradecir a Myriam en esto, porque estoy de acuerdo totalmente, un trabajo arduo se une a una genialidad innata, el resultado es «el cambio», la transformación artística que da como resultado el «patrón», la nueva medida a imitar.

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