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Roda-Hoenmo (II). El Renacimiento
By Miguel M. Delicado Posted in Escritos del Autor on 25/10/2012
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Rodinia

El Renacimiento.

Hace novecientos cuarenta y tres millones de años, o el 943.000.000 a.C. En tránsito galáctico y aproximación al planeta Rodinia.

La estela que dejaba su pequeño físico era minúscula en la inmensidad de un sistema solar en crecimiento. Pasó de largo por un par de planetas gaseosos gigantes, encontró una posibilidad cercana pero demasiado caliente al lado de uno de ellos y sin porcentajes adecuados para sus pretensiones. Siguió avanzando en su devenir histórico hasta encontrar una luna que parecía apetecible. Sus rastreot la hicieron desviarse hacia ella y valorar científicamente sus posibilidades. Había agua, mucha agua, pero el estado sólido de esta y el tamaño de la luna no parecían lo mejor para poder expandir una nueva vida.

Había reducido su velocidad desde hacía varios minutos, como siempre que entraba en un sistema solar nuevo, pero quizás en este estaba un poco más lenta de lo normal. Se disponía el control capsular a reiniciar el pulso de aumento de la anti-energía oscura, cuando detectó otro planeta con ciertas posibilidades. Su capa sólida era única y existía un porcentaje altísimo de agua. ¡Bueno, quizás era bastante aceptable!

La masa Rodinia se movía en un océano acuoso inmenso que la rodeaba, pero eso estaba cambiando a pasos acelerados, pues las fracturas evidentes de la masa auguraban una futura deriva continental y la creación de nuevas placas continentales. El centro de control la aproximó hacia el planeta, al tiempo que reducía aún más su velocidad gravitacional.

El planeta estaba en su «adolescencia», permitiendo la expansión vital futura si se le dotaba de lo necesario. Ella portaba en su seno esa semilla, pero la expulsión de las nanocápsulas debía acogerse a unos parámetros estrictos; agua, tierra, y climática adecuada a las formas de vida domitas.

Tras un examen certero, el control determinó un porcentaje de posibilidades de supervivencia del 78% para la raza y lo animal, un 93% para la vegetación domita y un 100% para la domiteria, el más alto hasta el momento. Aún tenía suficiente capacidad de mantenimiento genético como para viajar unos doscientos ochenta y tantos millones de años más al séxtuplo de la velocidad de la luz. Seguiría su camino, debía buscar un mejor porcentaje.

Se hallaba el control a punto de modificar la anti-energía para salir de aquél sistema solar, cuando el impacto de un pequeño bólido no detectado le causó una desviación de su trayectoria enorme… ¡Se dirigía hacia Rodinia a tal velocidad que impactaría en unos tres lime!

La automatización por cercanía de masas activó de inmediato la explosión micronuclear y se produjo la dispersión de las nanocápsulas (siete mil ciento tres exactamente) a lo largo de aquel Rodinia, aún en formación y segregación, y por su océano circundante.

143.000.000 a.C. El linaje de Rodinia conformó otro nuevo supercontinente tras varias separaciones y agrupaciones. Se estaba preparando una fragmentación a escala planetaria de la masa que sus futuros roditas llamarían Pangea.

Planeta Roda-Hoenmo (I)

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