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Discurso sobre la dignidad del hombre de Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494)
Por Miguel M. Delicado Publicado en Filosofía, Literatura, Recomendaciones del Autor en 31/01/2011
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Giovanni Pico Della Mirandola, (1463-1494)

Lectura del texto

Nos hallamos ante una disertación sobre la armonización del humanismo  a nivel teológico, filosófico e incluso podríamos decir terrenal, en una diversidad multicultural y disciplinar que Mirándolla nos argumenta mediante autoridad tanto externa como propia.

La estructura del discurso nos muestra en una primera parte una introducción a la existencia del propio ser humano, y su aparición en este mundo según las diversas interpretaciones y autorías, pasando a continuación a dar su propia interpretación del porqué este ser debe acercarse a lo divino mediante el control de los elementos más superfluos de la vida y, nivelando estos, conseguir acercarse a lo más etéreo y a lo más perfecto, a la verdad última.

Las referencias son tanto bíblicas o teológicas (menciona a Moisés, a David, a Mahoma, a Euanthes, etcétera) como filosóficas (Asclepio, Pitágoras, Empédocles, etcétera). Vierte sobre estas sus propias conclusiones, siendo en ellas donde contrasta o bien enfatiza y asume las citadas por otros autores. En todo caso, tanto en lo propio como en lo ajeno queda fuera de toda duda el ensalzamiento de la virtud humana cuando camina hacia la perfección. Plantea ese ascenso escalado como conveniente, pero aduciendo que es hacia Dios a quién debe aproximarse esa cuestión más que al hombre en sí, es decir, por el hombre hacia “el arquitecto”. El hombre es el medio, nunca el fin.

Nos habla de una metamorfosis humana hacia lo espiritual, en la que la transformación no se debe producir sino por cuenta de la razón y de la inteligencia, esos son los motores de su traslación hacia el anhelo de un alma lo más cercana a su propio creador “… cerca del pináculo de Dios”.

Pone ejemplos de la vida querubínica, como contemplación de unos valores de purificación del alma y de alejamiento de las pasiones terrenales hacia lo verdaderamente importante y lo que en última instancia dará al hombre la paz y la perfección personal que menciona a la finalización del discurso. Muerte corporal hacia una verdadera vida espiritual.

Si nos detenemos a analizar el conjunto de lo expresado en el discurso, ¿no podríamos hacer paralelismos con la propia Biblia? Evidentemente que sí. Muchas parábolas nos hablan del destino de la buena siembra, de los buenos hijos, de aquellos que luchan por su mejora personal, de seguir esa escalera ascendente hacia lo divino y lo perfecto o abandonarse en lo mundano, complaciéndose de la vida sin más.

Podemos decir que encontramos una situación un tanto extraña: la divinidad “coloca” al hombre a su destino y mediante su propio autocontrol en una disposición digamos animal “… familiar de las criaturas superiores y soberano de las inferiores, es el vínculo entre ellas” pero con una naturaleza definidapor contraposición al restoy con la asunción de todos los factores inherentes a ella. Es decir, partiendo de lo más terrenal pero con un camino de lucha espiritual hacia su propio creador, deja al entender humano la libertad de aceptar ese camino o de quedarse en su escala inicial, escala de la que nos habla en todo el discurso, “… hay escalas que del fondo de la tierra llegan al sumo cielo”. ¿Cuál es esa necesidad de aproximarse al Creador si lo podía haber hecho desde el principio de su creación?

En mi opinión, el discurso es muy atrayente por cuanto deja de lado la verticalidad de pensamiento, aceptando cualquier otro cauce o proveniencia, independientemente de su origen judío, persa, árabe… lo que por su diversidad ya le hace merecer mucho respeto, aun cuando pienso que el equilibrio de lo “dado” y lo “alcanzado” no deben nunca contraponerse ni evitarse.

Tanto lo natural como lo espiritual son parte de la misma divinidad, de la misma naturaleza, del mismo ente que habiéndolos creado nunca pudo pretender su contraposición.

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